Los cuatro ladrones que se introducen en la familia y en la pareja para robar la paz y la armonía.
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Todos deseamos familias saludables. No son perfectas, pero son un oasis de paz, crecimiento, armonía, aceptación, perdón y redención.
Por desgracia, hay unos ladrones que entran a escondidas en los hogares para robarnos esas semillas de salud. Se introducen en las conversaciones y nos quitan la capacidad de respetarnos y llegar a acuerdos.
¡Si estos ladrones vinieran solos...! Pero no, se han aliado para destruir nuestra relación de pareja y nuestra relación familiar. Emplean una estrategia de relevo, dejando paso uno a otro según la conversación se deteriora y la relación se degrada.
Es fácil llegar a pensar en alguno de estos ladrones como una vía de progreso en la relación familiar. Realmente, se ha puesto una máscara y continúa destruyendo la convivencia.
Las parejas son muy incautas, y las familias aún más. Invitamos a entrar a estos ladrones en nuestra casa pensando que nos van a ayudar a desatascarnos. Pero los ladrones no vienen sino a robar y destruir, aunque se disfracen de bondadosos.
Criticas pensando que le haces ver a la otra persona un error. Pero la crítica destruye.
Crees que el desprecio va a activar al otro a sacar su orgullo para que se mueva. ¿De verdad te lo crees?
Y cuando el otro te ataca y te pones a la defensiva, deberás concedernos que eso simplemente no soluciona nada.
Si ya no soportas las críticas, huyes, te evades, te vas, abandonas.
Nunca confundas a ninguno de estos ladrones como un salvador. Se ha disfrazado como un ángel de luz para engañarte.
El primer ladrón es la crítica. Éste es el que abre la puerta de tu casa a los demás ladrones.
No confundas la crítica con la queja. La queja se enfoca en las circunstancias, en el daño recibido, en la onerosidad de los actos, … pero nunca en el valor de la persona, su dignidad o sus intenciones. En cambio, las críticas ponen su objetivo en el ser de la persona y en su falta de buena voluntad. En definitiva, emiten juicios sobre la persona.
En esta tabla se aprecia muy claramente la diferencia entre lo que es una queja y lo que es una crítica. La crítica es el más débil de los cuatro ladrones, pero prepara el terreno para los otros tres, que están ansiosos por entrar.
Queja. Se centra en el comportamiento o en las circunstancias.
Crítica. La crítica culpabiliza y difama.
Queja. Estoy enfadada porque no fregaste la cocina.
Crítica. Eres un perezoso; no fregaste la cocina. No te importa lo cansada que estoy.
Queja. Quiero encontrar una solución, pero no sé cómo hacerlo.
Crítica.No estás colaborando para ayudar con este problema. Te da igual.
Queja. Deberías haberme dicho que estabas muy cansado.
Crítica. ¿Me vas a dejar en este punto? Eres un egoísta.
La crítica ha preparado el terreno para que el segundo ladró nentre en la casa. El peor de los cuatro.
La crítica difama y juzga a la otra persona, pero sin apuntar a ningún sitio en concreto. El desprecio termina la obra iniciada por la crítica: pone en tela de juicio la capacida y la dignidad de la persona.
¿Cómo despreciar a la otra persona? Todos somos muy inventivos para esto. Esta lista, incompleta, es un apunte de lo versátil que puede ser el desprecio.
Duda incrédula → ¿Crees que eso te va a funcionar? No me lo creo, y me río de tu credulidad, ¡ja, ja, ja!
Sarcasmo → ¡Qué bien haces túmbing, en lugar de preguntar en qué puedes ayudar!
Desafío → ¡Hala! Vete a ver si lo arreglas a tu manera.
Escepticismo → ¡Allá tú! Eso no va a funcionar; y lo sabes.
Comparación → Mi moralidad es más alta que la tuya.
Beligerancia → ¿Qué piensas hacer? ¿Me vas a denunciar?
¿Por qué el desprecio es tan destructor? Responde tú mismo a esta pregunta: ¿Se puede hablar con alguien que te está despreciando? El desprecio no deja espacio para una conversación constructiva. Más bien, el desprecio no quiere arreglar las cosas, sino atacar y rebajar al otro.
¿Cuántas veces lo has vivido? ¿Cuántas veces has sido el verdugo?
Los dos siguientes ladrones son recibidos por la persona atacada. Ahora vamos a ver la defensa ante los ataques de la crítica y del desprecio.
La persona ofendida por las críticas procura derribarlas, minimizando su efecto. Por desgracia, ese intento no suele tener éxito, sino que la agresividad de la otra persona se encona en su acoso. ¿Por qué la actitud defensiva es contraproducente? Pareciera que es justo defenderse, y que todos lo entenderíamos. El atacante no lo comprende.
La actitud defensiva implica que no se tiene la culpa, que ha de provenir de otro lado. El agresor asume que se le está acusando, con lo que el ataque se vigoriza: el conflicto se agrava. El atacante se convierte en juez, haciendo preguntas, cuestionando, dudando del otro, … buscando que el ofendido se encoja con cada respuesta defensiva.
Con este ladrón, estamos llegando a un punto muerto en la discusión, o en la relación. Aún hay camino que recorrer, pero este ladrón aún tiene mucho que decir.
El que se defiende responde a preguntas y comentarios que posiblemente están mal planteados.
El que se defiende aclara situaciones y comentarios que quizá han sido sacados fuera de su contexto.
El que se defiende trae a la memoria actos del pasado que confirman su buena conciencia.
El que se defiende razona su comportamiento en el conflicto actual.
El cuarto ladrón se aprovecha de que el ofendido está abrumado. La ansiedad lo está llevando a un ataque de nervios, aunque no lo manifieste. Las críticas y el desprecio han hecho bien su trabajo, y la actitud defensiva ha sido neutralizada.
Se inicia un repliegue, se crea distancia.
Es cierto que se evita la confrontación con la otra persona. No hay batalla; pero ¿vale la pena? La relación se desgasta y está en peligro.
En las conversaciones, el que escucha da información importante al que está hablando, como señales de afirmación, descontento, interés, aprobación, … Hay una retroalimentación que enriquece la comunicación y que la mantiene viva. En cambio, la persona que se evade no da señales:
Evita el contacto visual. Pero no por vergüenza o respeto, sino como un deseo de indiferencia.
No responde a las preguntas. Tiene miedo de ser malinterpretado o de ser atacado por lo que diga. El silencio es más seguro.
El rostro no tiene expresión. No hablamos de una cara de póker, sino de un desgaste emocional que se enmascara como un soldado poderoso ante el atacante.
No hay gestos. Si no hay expresividad emocional, si no hay nada que decir, ¿qué gestos vas a emplear para dar énfasis a lo que quieres decir?
Huida. Se esconde tras alguna tarea o abandona el lugar. Quiere permanecer ajeno a la otra persona, sea como sea.
En este vídeo hemos sacado solamente algunas de las cosas que erosionan las relaciones familiares y matrimoniales. Hay muchas más que acechan a la pareja y a la familia.
¡Hay esperanza!
Hay familias saludables que viven y crecen en su armonía. En próximos artículos y talleres profundizaremos en las señales del desgaste de la familia, y en las actitudes y comportamientos de las familias saludables. De hecho, este artículo ha sido extraído del taller online que impartiremos el día 11 de septiembre de 2022.
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